La mañana estaba espléndida, así que la joven decidió
sentarse en uno de los bancos del parque a leer y descansar, el joven por su
parte venía corriendo haciendo su rutina diaria de ejercicios y al verla, le
llamó la atención su mirada triste, y no pudo evitar la tentación de dirigirle
la palabra. Le preguntó sí podía sentarse a su lado y así, de forma tan
sencilla, surgió esta historia de amor y devoción.
El muy dispuesto comenzó a hablarle, ella al principio se
mantenía callada y con recelos, pero a medida que le oía, este iba
desapareciendo. Hablaron de muchas cosas, he increiblemente siempre estaban de
acuerdo.
Varios días estuvieron encontrandose en aquel banco del
parque y siempre se les iban las horas volando, siempre había un nuevo tema
para hablar a la mañana siguiente, un buen pretecto para volverse a ver. Sin
embargo esta vez, él le habló de la atracción que sentía por ella y de sus
intenciones. En los ojos de la joven volvio a aparecer la tristeza. Se
despidieron como siempre.
Gente de la taberna una vez mas les traigo una historia de amor que encontre en el blog de un amigo y quize compartirla con ustedes comienza asi...
Al día siguiente, el joven llegó al parque pero ella no estaba, esperó largo rato y al final se marchó, la joven no había ido. Al día siguiente fué igual. Pero esta vez ya él tenía tomada su decisión, la encontraría donde estuviera, porque esa era la mujer de su vida. Pensando de esta forma, preguntó en el vecindario donde vivía la joven. Al darle las señas de la muchacha a una señora mayor, ésta le respondió: -Se trata de la muchacha de los ojos tristes, ella vive en la casa de la esquina. Sin pensarlo dos veces, se fué hasta allá.
Al día siguiente, el joven llegó al parque pero ella no estaba, esperó largo rato y al final se marchó, la joven no había ido. Al día siguiente fué igual. Pero esta vez ya él tenía tomada su decisión, la encontraría donde estuviera, porque esa era la mujer de su vida. Pensando de esta forma, preguntó en el vecindario donde vivía la joven. Al darle las señas de la muchacha a una señora mayor, ésta le respondió: -Se trata de la muchacha de los ojos tristes, ella vive en la casa de la esquina. Sin pensarlo dos veces, se fué hasta allá.
El joven la tomó entre sus brazos y le explicó: Eres la
mujer que quiero, y nada me podrá separar de ti , sí tú estas de acuerdo. Sé a
que te refieres; iremos a cuantos médicos tengamos que ir, ahora menos que
nunca te dejaría sola. Quiero pasar el resto de mis días contigo y si no puede
ser así pue entonces el tiempo que sea, pero vamos a luchar para que sean
muchos.
No le fué fácil al joven convencer a su amada, pero al fín
lo logró. Así emprendieron una vida juntos, en la que siempre han estado
presente los cuidados y mimos del amante joven para su amada, que ya jamás
volvió a tener los ojos tristes.