Gente de la taberna les traigo esta historia que encontre en la red me parecio muy linda y quize compartirla con ustedes comienza asi...
Mi primer amor lo conocí en la Universidad, ya había salido con algunas personas y me habían gustado otras, pero el primer amor para mí es aquella persona que cambia todos tus prejuicios y paradigmas, esa persona que te desorienta sólo con su presencia, esa persona que cambia tu corazón por completo.
Mi primer amor lo conocí en la Universidad, ya había salido con algunas personas y me habían gustado otras, pero el primer amor para mí es aquella persona que cambia todos tus prejuicios y paradigmas, esa persona que te desorienta sólo con su presencia, esa persona que cambia tu corazón por completo.
Juan era uno de los mejores amigos que Francisco, mi
mellizo, había conocido en la universidad. Al principio me parecía un muchacho
normal, no había nada de especial en él,
y aunque entramos al mismo tiempo a la universidad, y había sido amigo
de mi hermano desde el primer semestre no fue hasta el segundo año de
universidad que hablamos.
Todo comenzó en una clase que veían todas las carreras de la facultad (con Francisco
estábamos estudiando diferentes carreras pero estábamos en la misma facultad),
una clase que vi junto a mi hermano y sus amigos, éramos cinco trabajando en un
grupo de laboratorio, y mi hermano y dos de sus amigos trabajaban en la parte
experimental y con Juan, quien me robó el corazón, hacíamos la parte escrita,
yo porque era torpe y dañaba las cosas y Juan porque le gustaba mucho escribir
y hacer informes.
Así fue que en ese semestre nos la pasábamos jugando y
divirtiéndonos en las clases mientras los otros tomaban datos, y pues nos
teníamos que encontrar afuera para los trabajos escritos. Las cosas pasaron y
nos reíamos mucho, además de inteligente y guapo era muy detallista, me gastaba
dulces y yo le llevaba refrescos, hasta ese momento no sentía nada, era como si
fuera un hermano más, además en ese momento me gustaba otra persona, sin
embargo, no era nada serio.
Un día, con Juan, estábamos jugando como siempre, y de
pronto me dijo que jugáramos a guerra de pulgares. En el momento en el que tomó
mi mano, mi corazón se aceleró como nunca, el mundo dio vueltas; sus manos eran
tan cálidas, suaves, me dieron mucha seguridad, en ese momento me quedé muda y
aunque jugamos lo de los pulgares, mi cabeza estaba en otro mundo, desde ese
día empecé a notar sus gestos extraños y tiernos cuando se reía, su respiración
cuando se quedaba dormido en el sofá de la casa cuando iba a estudiar con mi
hermano, su nariz perfecta, su cabello, sus labios; yo siempre lo observaba
cual obra de arte, era muy tarde, me había enamorado.
Un día tomé su billetera y empecé a chismosearla, saqué su
identificación y me reí por su cara de niño, a lo que él respondió con una
burla sobre mi terrible foto del carnet, todo era normal, yo hacía comentarios
sobre sus cosas de la billetera, hasta que saqué la foto de una chica.
Ella era extremadamente bonita y elegante, me puse muy
nerviosa, y con voz baja le pregunté quién era, sabía que la respuesta me iba a
doler, pues teníamos mucha confianza y sabía que me iba a contar todo. De
pronto se puso rojo y me rapó la foto, me dijo que era muy abusiva por revisar
sus cosas, yo no entendía queé pasaba pues había visto su billetera como por
media hora, y finalmente me dijo que no tenía nada que saber sobre ella.
El tiempo pasó y como yo no veía ningún interés, me tragué
los sentimientos, y no dije nada. Además me daba un poco de vergüenza, pues mi
hermano sólo sabe molestar. Al terminar la materia, las cosas cambiaron, creía
yo, para mi fortuna, empezó a llamarme y mandarme mensajes, de salir y eso,
pero no lo consideré como algo distinto a una invitación amistosa, y aunque
salimos, nunca pasó nada adicional a las risas y las buenas charlas, así que
intentaba no ilusionarme.
Así pasó el tiempo, y él me hablaba todos los días, estaba
pendiente de mí, y me dejé caer, pensé que le había empezado a interesar, me
ilusioné muchísimo. Todo iba bien, ambos éramos deportistas y entrenábamos en
el complejo de la universidad, nuestro entrenamiento era a la misma hora, los
mismos días, él practicaba rugby y yo taekwondo, así que nos esperábamos
después de clases y siempre me dejaba en mi entrenamiento y se iba al estadio
donde él tenía el suyo, nos íbamos caminando, hablando y riendo, para mí era
como un sueño.
Todo fue felicidad hasta que llegaron los
interuniversitarios, era domingo del primer día de competencias y aunque
teníamos programación de nuestros deportes el mismo día primero competía él así
que pude ir a ver su partido; todo acabó bien para el equipo de Juan, mientras
me encontraba en las gradas, y pretendía irme para poder alistarme, llegó una
llamada suya, y en ese momento me pidió que bajara a los camerinos, pues tenía
algo que contarme.
Yo pensaba que no podía ser más perfecto, pues el estadio
siempre había sido mi lugar favorito, pensé con total convicción que me iba a
pedir ser su novia. Llegué dando saltitos a la puerta de los camerinos y nos
saludamos, lo felicité y de pronto me señaló a una niña que estaba de espaldas,
me dijo que era momento de contarme quién era la niña de la foto. Fue el día en
el que me rompieron el corazón.
Me dijo que esa niña la había querido desde siempre, y que
desde muy pequeños jugaban rugby, y siempre lo había rechazado porque un amigo
de ellos en común sentía algo por ella y no querían hacerle daño, sin embargo,
ella no pudo seguir guardando lo que sentía y aceptó los sentimientos de mi
querido Juan y unos pocos días antes del
torneo habían formalizado su relación. Eran novios.
Habiéndome dicho eso, la llamó y me la presentó, se veían
tan felices juntos que no pude odiarla, soy muy orgullosa pero ella era muy
linda persona, era dulce, amable, era muy bonita y quería mucho a mi Juan.
Nunca lo había visto tan feliz. Su rostro se veía tan tranquilo que supe que
era lo mejor para quien yo amaba con todo el alma.
Me sentí tan triste, siempre me burlaba de las personas que
lloraban por amor, pero al sentir ese dolor que no se puede calmar con nada
gané humildad, y lloré demasiado, siento que era necesario, gané un poquito de
madurez y sensatez, pues juraba que el mundo giraba en torno a mí, y obviamente
no era así.
Mi hermanito sabía lo que estaba pasando, por lo que
intentaba que no me encontrara con Juan, dejaron de estudiar en casa y de
frecuentar los sitios a los que yo iba, aunque no pude alejarme completamente
de él, el tiempo ha hecho del dolor algo distinto. Ya han pasado tres años y
Juan e Isabela siguen estando juntos, y aunque ha sido un camino largo, en el
que me he guardado mis sentimientos, y en el que malinterpreté todo, estoy
lista para comenzar una nueva historia.